jueves, 7 de marzo de 2013


Desapareciste. Desapareciste y tu recuerdo se fué contigo. O eso pensaba, eso quería pensar. Pero a veces apareces, de repente recuerdo lo que pudo haber sido y no fue, lo que tú no quisiste que fuera.

Me pregunto si podría haber actuado de otra manera, si hay algo que podría haberse hecho de otro modo para que nuestra historia tuviese un final feliz. Pero creo sinceramente que la respuesta a esas preguntas es que no. Tú y yo no estabamos destinados a estar juntos (si es que creo en el destino, de lo cual no estoy muy segura), o en cualquier caso, no se si nos hubieramos aguantado durante suficiente tiempo como para considerar nuestra historia con final feliz.

A mi entender, los finales felices no existen, existen tiempos, épocas felices, pero dónde está el final? en la muerte? acaso solo aquello por lo que somos felices en el momento de morir se puede considerar un éxito?. No. El éxito es que al pensar en esa persona, no importe cual fue el final de la historia, solo recuerdes los feliz que efuiste durante un tiempo.

Eso es para mi un final feliz: un buen recuerdo.

domingo, 3 de marzo de 2013


El tiempo en los sentimientos no importa. Es algo que he aprendido. Hay personas que se pasan años y años en tu vida, y si se rompe el lazo que os unía no hay dolor, no hay tristeza, puede que algo de nostalgia pero nada más. Sin embargo, hay otras con las que la conexión es instantánea, no hace falta mucho tiempo para saber que sin ellas tu vida no sería lo mismo, consiguen de alguna forma que te hagas dependientes de ellas. Tú eras tan feliz antes de conocerlas y van ellas y entran en tu vida como si nada, sin pedir permiso, sin informarte de que después no soportarás separarte de ellas.

Y es que el tiempo es lo más subjetivo que hay. Porque puede durar una milésima de segundo o una eternidad, que son los sentimientos los que dictarán cómo de importante es algo o alguien, y no el tiempo que haya pasado.

Y qué pasa con el dolor? acaso no se cura con el tiempo? en mi opinión  simplemente nos acostumbramos a vivir con ello. Nos cansamos de estar pensando en ese dolor todo el rato y lo sentimos sin darnos cuenta, sin ser conscientes de ello, nuestro dolor se queda en coma, viviendo sin darse cuenta de que está vivo. Pero existe, y está ahí y en cualquier momento, ante el estímulo correcto puede reaccionar y despertar. Y eso demuestra que el tiempo no hace que el dolor se vaya, porque siempre puede reaparecer cuando menos te lo esperas.